Es una técnica exigente de movimientos que dura alrededor de una hora y media y permite controlar la respiración, relajar la mente y trabajar el cuerpo. Muchos yoguis lo llaman el “yoga power”, ya que combina series de “asanas”, definidas como posturas, que logran una limpieza interna y trabajan aeróbicamente el cuerpo.
Para aquellos principiantes que quieran iniciarse en el yoga ashtanga, hay dos tipos de prácticas: la guiada por un maestro o la Mysore, en donde los practicantes que conocen la serie de movimientos de memoria, hacen su rutina mientras un estudiante avanzado responde las dudas.
Una de las ventajas de este método es que las series que enseñan los maestros son siempre las mismas. Se comienza con el famoso “saludo al sol”, luego se sigue con posturas de pie, de piso e invertidos y se finaliza con movimientos de respiración que facilitan la circulación de la sangre.
La práctica ashtanga elimina toxinas, trabaja el sistema inmunológico y mejora el sistema digestivo, provocando una armonía hormonal en todo el cuerpo.
El yoga ashtanga es una ecuación de relajación y de trabajo físico, que tiene como plus terminar la práctica con una sonrisa. Para aquellos que quieran mantener o mejorar su estado físico y al mismo tiempo aquietar la mente, esta disciplina hindú es una buena opción.