Cómo sobrevivir a una tarde de domingo

Unas de las principales causas de la angustia del domingo son el peso que significa tener que enfrentar las obligaciones del lunes al día siguiente y el estrés de la semana que nos espera. El malestar de los domingos, que comienza alrededor de las 6 de la tarde, también afecta a los chicos en edad escolar y está relacionado con las presiones y exigencia de su vida diaria.

Una de las formas de combatir la angustia de los domingos es disfrutar lo que hacemos durante el resto de la semana porque de esta forma no sería tan alarmante pensar en las tareas que debemos afrontar el lunes. En el caso de estar en una situación de no poder elegir otro camino o no poder cambiar de trabajo por cuestiones de fuerza mayor (aunque somos artífices de nuestro destino y siempre tenemos la oportunidad de elegir nuevas alternativas), compartir el tiempo con nuestros seres queridos o hacer actividades que nos gratifiquen puede ser muy reconfortante para pasar el mal trago.

Si bien la mayoría de nosotros somos víctimas de la angustia del domingo, para algunas personas este fenómeno puede convertirse en algo más serio como una depresión leve. Según un estudio realizado en 1998, en la Argentina el 25% de la población padece depresión producida durante los domingos por la tarde y noche. Sin embargo, existe otro tipo de depresión más severa que es conocida como “depresión del fin de semana” que se da en las personas que no saben qué hacer en sus horas de descanso por carecer de familiares, amigos, pareja con la que compartir el tiempo libre. Esta depresión es considerada más seria por los especialistas porque tiene que ver con algo más profundo como la pérdida de los vínculos afectivos. Aunque la depresión de los domingos también puede tener un final trágico: este día, especialmente por la noche, es el más común para que se desencadenen suicidios.

 Por eso, no sentir como una carga las actividad de la semana sin sentirlas, entretenerse en los momentos de descanso con algún hobbie que nos interese o contar con una rica red de vínculos sociales que nos hagan sentir a gusto es vital, en especial, en los momentos difíciles de estos días, justo cuando aparece la sensación de fin de fiesta y el sabor amargo de retomar la rutina.